A veces hemos podido oír hablar de algo llamado virtualización, pero qué es y para qué se utiliza, y lo más importante, ¿cuáles son sus beneficios? En el artículo de hoy vamos a tratar de aclarar todos estos puntos.
En nuestra vida diaria nos podemos encontrar con elementos fabricados por el hombre que han sido inspirados por la naturaleza, y aunque no podemos asegurar que la virtualización se haya basado en la fruta de un árbol, podría ser una bonita historia de ser cierto.
Antes que nada, ¿qué es la virtualización? Aunque podría decirse que es un concepto complejo, la virtualización consiste básicamente en la creación de uno o más entornos dentro de un equipo físico. Esto, que en principio puede sonar bastante complejo, quizás se podría ver mejor con un ejemplo.
Imaginemos que tenemos una máquina, un ordenador o un servidor, que disponga de unas características capaces de dar soporte a más de un sistema operativo. Pues bien, la virtualización consistiría en crear máquinas, llamadas virtuales, dentro de la máquina física. De esta forma, tendríamos que la máquina física sería la encargada de gestionar los recursos que podrían necesitar las máquinas virtuales, y las máquinas virtuales donde nosotros podríamos trabajar.
Al ser entornos cerrados, las máquinas virtuales no podrían interferir las unas con las otras, es decir, la única forma de que una máquina virtual pudiese operar con otra, es que estuviesen compartiendo una conexión de red. Así tendríamos que una máquina virtual se podría dedicar a instalar programas de gestión, otra para programas de uso diario u ofimáticos, etc.
Este es solo un ejemplo del gran potencial de la virtualización.
¿Para qué sirve todo esto?
Además del ejemplo que ya hemos visto, otro de los usos que se le suele dar a la virtualización es el de entorno de pruebas.
Imaginemos que a nuestro poder llega un programa de gestión contable y fiscal que debemos probar para saber si se adapta a lo que nosotros realmente necesitamos de él.
En un supuesto A, si solo tuviésemos un sistema operativo, tendríamos que instalarlo en nuestro equipo con el riesgo que eso conlleva. ¿Y si es incompatible con el sistema de gestión que ya tenemos? ¿Y si provoca un fallo en el sistema y se vuelve inestable?
En un supuesto B, donde tenemos una máquina física con nuestra máquina virtual de trabajo, podríamos crear una segunda máquina virtual espejo de la primera para usarla como entorno de pruebas. Ahí podríamos comprobar si la aplicación es segura, y en caso de no serlo, sería tan fácil como eliminar esta máquina virtual creada para pruebas, sin que afectase a nuestro sistema de producción. Lo que sería arrancar la fruta podrida del árbol, sin que éste se vea afectado ni el resto de ramas.
¿Cuáles son los beneficios y el coste?
Beneficios muchos, ya hemos hablado de un par. Otro podría ser el de poder disponer de entornos con sistemas operativos totalmente distintos.
El coste no es alto, si tenemos en cuenta la cantidad de quebraderos de cabeza de los que nos puede liberar. Incluso podemos encontrar programas para la creación de máquinas virtuales de manera gratuita.
¿Y vuestro consejo?
El mismo de siempre. Consulta con la empresa o personas que te llevan el soporte informático, o con nosotros si no tienes a nadie que te pueda asesorar sobre la virtualización y sus ventajas. Lo que pretendemos es hacerte llegar un conocimiento que quizás desconozcas, y que quizás pueda ayudarte a que tu día a día sea mucho más llevadero.